Realizan Lecturas con perspectiva de género en Huamantla
El hostigado periodismo mexicano
Todos saben que la guerra que desató Donald Trump contra los medios y la poderosa prensa estadounidense –cuando era candidato y una vez presidente–, se convirtió en un escándalo global con repercusiones en todo el mundo.
Y es que, ignorante de los básicos periodísticos, Trump acusó a medios y prensa de mentir, inventar y difamar. Y en un extremo delirante, acusó a medios y periodistas, de ser los peores enemigos del pueblo.
Es decir, como no había ocurrido en la historia de Estados Unidos, los poderosos periodistas que antaño eran intocables, hogaño viven en carne propia los embates de un gobierno populista y bananero –como aquellos gobiernos que siempre criticaron–, y conocen pinceladas de una persecusión que, por décadas, han vivido periodistas de Cuba, Venezuela, Eduador, Nicargaua y México.
La diferencia es que en México y en las dictadoras del centro y el sur del contienete, el acoso a la prensa es tan viejo que ya no es noticia, es costumbre y hasta moneda de curso corriente.
Y, claro, tampoco existen puntos de comparación entre la represión a la prensa cubana, venezolana, acuatoriana y nicaraguense –represión que viene de las dictaduras–, y la persecusión a la prensa mexicana, que sale del interés demencial de un político mesiánico, de su clasque, sus periodistas y medios afines y que operan sus esbirros a través de redes y medios convencionales.
Pero si el ataque a la prensa norteameicana, por parte de Trump, provocó un efecto en todo el mundo, en las democracias europeas se conoció y condenó la demanda de un puñado de periodistas españoles que acusaron de represor de la prensa española al Partido Podemos, y a su líder, Pablo Iglesias.
Y es que el pasado seis de marzo, la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) emitió un comunicado informando que miembros de Podemos sostienen –desde al menos un año–, una “campaña sistematizada de acoso personal y en las redes” en contra de periodistas que publican información con la que el partido no está de acuerdo.
Según el documento de la APM, el Partido Podemos “amedrenta y amenaza” a los periodistas críticos, creando un “estado de miedo” para persuadirlos de que escriban “al dictado” del partido o “conducirlos hacia la autocensura”.
Entre las agresiones denunciadas, se citan llamadas personales con mensajes intimidantes como “ten cuidado con lo que escribes” o “te vas a buscar problemas”. También se consigna que funcionarios del partido insultan a periodistas –llamándolos “sinverguënza” después de las conferencias– o intentan desprestigiar su trabajo, acusándolos de mentir y poco profesionales o de estar interesados en dañar al partido.
Más aún: se acusa a Podemos de hostigar a los comunicadores a través de redes sociales, donde los seguidores del partido replican los mensajes de forma masiva. ¡La mexicanísima legión de idiotas, que se hace presente en España!
Pero el autoritarismo, la intolerancia y la tendencia nada democrática de perseguir y hostigar a los periodistas, que practica el español Podemos, es una calca a la persecusión que vive e México la prensa crítica del populismo de Morena, de su dueño y sus demenciales engaños para pretender llegar al poder.
Vale recordar que Podemos y su líder, Pablo Iglesias, son producto del chavismo venezolano y que son para españa, lo que para México son el Partido Morena y su dueño, López Obrador.
Sin embargo, y a pesar de que Podemos y Morena viven amoríos con la Venezuela de Nicolás Maduro, lo cierto es que entre México y España son distintos los ataques a la prensa, la persecusión y hostigamiento contra periodistas críticos de las dos expresiones del populismo más aldeano.
Como ya vimos, en España y hasta en Etados Unidos, la persecusión a los periodistas y el hostigamiento a su trabajo, es más bien un ataque moderado, si lo comparamos con la ferocidad y el nivel de agresividad de los ataques a la prensa mexicana que critica al rey del populismo.
En México, lo menos que dicen “las legiones de idiotas” y “las jaurías babeantes” a los críticos de AMLO, de su partido y de su ambición de poder, es un rosario de insultos y ofensas soeces, lejanos a la crítica y a las ideas.
Pero la persecusión sube de tono cuando los periodistss críticos pegan en el blanco y exhiben las trapacerías de “los morenos” y su credo.
Entonces aparecen las amenazas de muerte, lanzadas desde todos los ángulos y con la mayor agresividiad posible –siempre a través de redes–, para asustar al o los periodistas que se atrevieron a cuestionar al futuro rey mexicano.
Se han dado casos extremos, como el esbirro de AMLO, “Quico” Arreola, quien pidió despedir a los críticos de Obrador.
Y conste que Morena y AMLO aún no llegan al poder.
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