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CIUDAD DE MÉXICO, 10 de diciembre de 2019.- Ubicado en el atrio y frente a la Puerta Mariana que da acceso a la Basílica de Guadalupe, como eterno espectador del arribo de millones de feligreses que arriban todo el año, se encuentra uno de los carillones más emblemáticos de la Ciudad de México y, que en este caso, funge como su campanario.
“El carillón fue la última obra significativa de la Villa de Guadalupe. La construcción comenzó en 1989 y culminó en 1991”, recuerda Fray Gabriel Chávez de la Mora, arquitecto y asesor litúrgico de la Basílica de Guadalupe.
La Arquidiócesis Primada de México añadió en un comunicado que Chávez de la Mora comenta que, antes de construir el actual, él y el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez hicieron diferentes bocetos de esta obra, la cual se pudo concretar hasta 1989, cuando Fray Gabriel decidió comenzar los trabajos de construcción del carillón.
Un carillón es un grupo de campanas ubicadas en una torre que están perfectamente afinadas para que al tañirse, produzcan un sonido armonioso.
El carillón de la Basílica de Guadalupe cuenta con 48 campanas y mide 23 metros de alto. En la parte frontal, hay un escenario circular o ciclorama donde se presenta la historia de las apariciones de la Santísima Virgen.
Los movimientos de las figuras robóticas, así como el control de las puertas y los cambios de iluminación, son controlados por un complejo sistema electrónico fabricado en Holanda.
De frente, en la parte frontal está un reloj civil (con números arábigos) y otro, del lado superior izquierdo, con números romanos. En la parte frontal inferior hay un astrolabio, como el que usaban los marinos para guiarse en el mar.
En el costado derecho hay un reloj solar, que marca la hora con la sombra del Sol proyectada en la superficie. En el costado izquierdo se ubica un calendario azteca. En la parte posterior del carillón está un reloj calendario azteca que, a partir de observaciones lunares, permitía establecer los tiempos de cosecha y siembra en 18 meses de 20 días.