Pedro Haces, líder de la CATEM
A pesar de los graves errores cometidos en un mes y medio de gobierno, la inmensa mayoría de la población mantiene su apoyo a Andrés Manuel López Obrador.
Setenta y seis por ciento del país lo respalda, de acuerdo con la encuesta publicada el lunes aquí en El Financiero.
Esto es, 23 puntos más que los obtenidos en las urnas el pasado 1 de julio.
En México ha surgido una nueva religión: el lopezobradorismo. Pero es de plastilina.
Como todas las religiones, el lopezobradorismo ofrece el cielo a sus fieles y a los que busca convertir.
Y como todas las religiones, exige sacrificios.
La gente está dispuesta a hacerlos: el 64 por ciento de la población aprueba que se cierren ductos y haya que hacer filas de horas para ver si se pueden cargar 500 pesos de gasolina.
Si Peña, Calderón o Fox hubieran creado un desabasto como el que provocó la decisión precipitada y sin planeación del presidente López Obrador, los habrían linchado y Morena estaría exigiendo la renuncia del mandatario que fuese.
A él, le aplauden. Es una nueva religión.
¿Es un exceso llamarle religión? Ya hay una Cartilla Moral que dan a los adultos mayores que recibirán doble pensión de manos del gobierno.
Preparan una Constitución Moral (Sharia, ley divina en el islam), en cuya redacción trabajan la señora Verónica Velasco (esposa de Epigmenio Ibarra) y Enrique Galván Ochoa, que difunde mentiras y calumnias en redes sociales.
Presumen una superioridad moral que no tienen, pero de la que están convencidos.
Ya comienzan a adoctrinar niños en algunas escuelas públicas.
Tienen consigo a una feligresía fanatizada que se expande y ve enemigos o adversarios donde simplemente -como en todas las democracias- hay críticos y opositores.
Pero no es asunto de democracia, porque no estamos hablando de política sino de religión.
López Obrador puede llevarnos al enfrentamiento de mexicanos contra mexicanos.
Lo ve con naturalidad: “siempre hemos estado polarizados”.
Sus fieles versus los adversarios. Los que ven en él a un Salvador, un Redentor, el Mesías, y los que vemos a un populista equivocado.
Pronto pasará del perdón, amor y paz, al fuego contra los neoliberales infieles para satisfacer a la muchedumbre fanatizada… y para distraer de los fracasos que se avecinan y los errores que en el presente se cometen.
Lanzaron una muy loable guerra contra el huachicol, pero cerraron los ductos (donde dijeron que no había problemas) que abastecen gasolina a las ciudades.
Lo hicieron cuando había dos refinerías paradas y el resto trabajando al 40 por ciento.
Lo hicieron cuando había 10 terminales de almacenamiento y reparto de Pemex con cero litros en sus depósitos.
Tienen a cinco mil soldados en el cuidado de ductos que supuestamente cerraron, pero están abiertos, y cuando los retiren volverá el huachicol.
La gente aguanta, por ahora.
Mandaron a Nueva York al director de Finanzas de Pemex a “vender” ante 50 grandes inversionistas la imagen del “nuevo Pemex” y le fue fatal.
Los inversionistas, según despacho de Bloomberg, se mostraron “decepcionados por la falta de estrategia” y el “desconocimiento de materia” de parte del nuevo funcionario.
El resultado es que la tasa de la deuda de Pemex subió medio punto por la desconfianza.
Y el fantasma del congelamiento de la reforma energética va a frenar la inversión extranjera al país cuando se acabe la inercia positiva que traemos (algunos expertos calculan que ese freno vendrá en el segundo semestre de este año).
Algo parecido, aunque en mucho mayor proporción, sucedió con la cancelación del nuevo aeropuerto en Texcoco.
Hay que pagar sobreprecio en los bonos de deuda. Pagar la liquidación de los contratos. Tirar lo que ya estaba hecho (un tercio de la obra)… para hacer otro, pero lejos y de menos categoría.
Y sobre todo, pagaremos la pérdida de la confianza de los inversionistas extranjeros.
Según la consultoría Eurasia Group, citada por Bloomberg, “el entorno geopolítico global es el más peligroso en décadas” y, hecho insólito, pone a México entre los diez principales factores de riesgo “que podrían afectar al mundo en 2019”, por encima de Ucrania.
Bancos extranjeros recortan nuestra perspectiva de crecimiento a uno por ciento para este año.
Un dato final: la pérdida de empleos formales, en diciembre, alcanzó una cifra récord en al menos una década para ese mes: 378 mil 561 personas, a la calle.
Es un fiasco de gobierno con el visto bueno de la población.
La nueva religión nos lleva a problemas serios si no hay contrapesos a su credo.
Pero es una religión de plastilina: sólo con el calor de la crítica se desvanece y regresa a su forma natural, tratable.
Aunque el frío, es decir la indiferencia, la endurece y eterniza.