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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 05 de abril de 2020.- Cada Viernes Santo en punto de las 20:00 horas, se escuchaba el sonido de una corneta que convocaba a la Guardia Pretoriana, quienes avanzaban a paso lento del Teatro de la Paz hasta el Templo del Carmen. Ahí, un guardia romano tocaba tres veces las puertas del templo, las cuales eran abiertas para dar comienzo con la tradicional Procesión del Silencio.
Sin embargo, el viernes 10 de abril de este año, las puertas del templo permanecerán cerradas por primera vez en los 67 años del ritual religioso a causa de la contingencia sanitaria.
La procesión potosina se deriva de la cultura española, para representar las procesiones de sangre o pasos de la pasión de Cristo. Durante la época de los primeros cristianos, los fieles recorrían los caminos de la antigua Jerusalén; para el siglo XIII se reproducía el camino de Jesús por la calle de la Amargura, por lo que los primeros franciscanos realizaron un Vía Crucis por las calles de Tierra Santa.
No es hasta el siglo XVI que el Marqués de la Tarifa, don Fadrique de la Ribera, funda la primera Cofradía Sevillana cuando regresa a España de Tierra Santa, con el objetivo de recordar la pasión. Y es así como los frailes carmelitas llegados a la Nueva España en 1585 instituyeron las peregrinaciones de Semana Santa al estilo español, las cuales incluían el ocultamiento de los rostros de los participantes, mientras que la primera procesión del silencio fue instituida en la Ciudad de México.
POTOSINA DESDE 1954
No obstante, es en 1954 cuando fray Nicolás de San José, trasladado del antiguo convento del Carmen de San Ángel a la capital potosina, instaura la primera procesión en San Luis Potosí ante la devoción de los toreros a la Virgen de la Soledad. En su primera edición, participaron las damas de la colonia española, vestidas de luto y ataviadas con mantilla y peineta; los cofrades y terciarios Carmelitas, así como el gremio de toreros, que posteriormente optaron por usar una capucha para ocultar su popularidad.
Posteriormente, en 1961, fray Fernando Garza formó el Primer Patronato Hispano Potosino, integrado por los taurinos Juan y Lupita Romo, Fermín Rivera y su esposa Angelita, Ignacio Duque Aranda y Nicolás Salas, quienes trabajaron en el desarrollo y crecimiento de la peregrinación a través de la integración de diversas cofradías potosinas.
Actualmente, la procesión está integrada por 16 imágenes del Vía Crucis y 28 cofradías que recorren cada año las calles adoquinadas de la ciudad; la última de ellas se ha convertido en el símbolo de la procesión: se trata de la Virgen de la Soledad, elaborada por Manuel Tolsá y que se encarga de cerrar el recorrido y es cargada por los integrantes de la Cofradía de la Soledad.
Mientras que los devotos peregrinos sostienen cruces y farolas con velas; algunos portan cadenas y visten los colores de sus cofradías y capirotes. También se cuenta con la participación de mujeres, niñas y jóvenes, quienes visten de luto con rebozo de seda de Santa María del Río, peineta y mantilla española, así como la Cofradía de Adelitas y Charros para dar un toque mexicano a la procesión.
Hoy en nuestros días, la Procesión del Silencio se ha convertido en una de las más importantes del mundo y de México, después de la realizada en Sevilla, España. Fue declarada Patrimonio Cultural del Estado en 2013, así como el acto cívico y religioso más importante del Estado.
INCERTIDUMBRE
El pasado 16 de marzo se anunció la cancelación de la Procesión del Silencio en su edición de este año.
Alejandro Alarcón, vocero de la asociación civil Tradiciones Potosinas, encargada de la organización del evento, señaló que fue una decisión que tuvo que ser tomada ante las circunstancias y para cumplir con las normas de prevención ante la contingencia -que aún no ha manifestado su lado más álgido-, con el objetivo de no esparcir la enfermedad.
Aunque no por eso dejó de sentirse cierto pesar entre los integrantes de la organización y las más de dos mil personas que participan en la representación durante cada Viernes Santo y que han hecho del viacrucis una tradición en San Luis Potosí.
Alarcón indicó que esta decisión se ha vuelto agridulce; este año iba ser más especial, pues al cortejo procesional iba a sumarse una cofradía del Saucito en conmemoración a su bicentenario de fundación, celebrado en febrero.
«Era muy emotivo para ellos saber que a partir de este año iban a ser parte de la ruta procesional e independientemente de ellos, para la gente que participa es un descontrol, porque fue una noticia alarmante y sorpresiva», señaló.
Comentó que a esto se suma que este evento anual es primordial para el sustento de Tradiciones Potosinas, que a su vez paga nóminas y apoyos para quienes trabajan en la organización, por lo que la incertidumbre incrementó y se vive el día a día, pues la Procesión del Silencio marcaba el ritmo de todo el año.
En un futuro se establecerá el contacto con los miembros de las cofradías, para solucionar lo que pasará en las próximas semanas, así como las acciones a seguir para la preparación de la Procesión del Silencio del 2021, que año con año recibe alrededor de 80 mil visitantes nacionales y extranjeros.