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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 25 de abril 2020.- En 2014, la revista Muy Interesante publicó el artículo La pandemia que viene, en el que advertía a los lectores sobre los brotes de nuevas enfermedades que podrían poner en peligro a la humanidad y qué tan preparados estaban los sistemas de salud para enfrentar una situación como la que vivimos actualmente a causa del coronavirus tipo Covid 19.
El inicio del artículo señalaba el caso del pintor francés Charles Monet, quien para el Año Nuevo de 1980 visitó una cueva infestada de murciélagos -conocida como Kitum- en el Monte Elgon en Kenia. Para el 8 de enero, Monet comenzó a sentir malestar en todo el cuerpo y, tras una semana de fiebres y vómito sanguinolento, falleció en el Hospital Nairobi de la capital de Kenia.
Al parecer, el pintor había contraído el virus de Marburgo y durante su estancia en el hospital había contagiado al doctor Shem Muzoke cuando sufrió una de sus convulsiones y lo salpicó de sangre.
El médico presentó los mismos síntomas que Monet, pero al haber identificado el virus y aislar al personal con el que ambos tuvieron contacto, logró sobrevivir al virus.
Muestras de la sangre infectada del doctor fueron enviadas a varios laboratorios médico-militares para ser estudiada, por lo que desde entonces la cepa del virus de Marburgo es conocida como cepa Musoke.
El anterior caso, lo presentan como un ejemplo extremo de lo que puede suceder ante la presencia de un patógeno desconocido, que se encuentra latente.
Asimismo, recuerda la pandemia de influenza que atacó a México y otros países en 2009, y que según datos conservadores se estima que costó la vida de unas 280 mil personas en todo el mundo, un caso único en la historia que no se había presentado desde la pandemia de la gripe española en 1918.
“Pero más allá de las medidas sanitarias que se tomaron, hoy existe una suerte de carrera para anticipar el siguiente fenómeno epidemiológico y estar preparados para sofocarlo desde sus primeros atisbos”, señala el artículo.
Muy Interesante dijo que en la actualidad, más de la mitad de las enfermedades infecciosas conocidas se originaron con microbios que habitaban en diversos animales; el 60 por ciento de las enfermedades infecciosas humanas son zoonóticas (resultado de la transmisión a humanos de patógenos de otras especies animales) y 75% de las emergentes se originan en criaturas salvajes.
Por lo que durante las últimas décadas los epidemiólogos no solo han investigado a los animales silvestres, sino a sus contrapartes domésticas, por lo que analizan sus microbios, así como a las personas con las que han tenido un contacto frecuente.
El objetivo de este procedimiento es detectar con tiempo suficiente las enfermedades infecciones emergentes, para evitar que se puedan convertir en una pandemia.
Sin embargo, debido a la constante e intensa comunicación entre las poblaciones, ya sea por vía terrestre o área, estas nuevas enfermedades tienen mayores posibilidades de expandirse hasta convertirse rápidamente en una pandemia, sin importar si provienen de manera directa o indirecta.
Incluso, estas enfermedades infecciosas han ejercido una fuerza importante en el curso de la historia, por lo que resulta importante controlarlas o contenerlas en los posible.
La prestigiada revista pone los ejemplos de la conquista europea en América y las Islas del Pacífico, en donde las poblaciones indígenas no contaban con los anticuerpos para combatir enfermedades como la viruela; también cuando las compañías francesas intentaron construir el Canal de Panamá, pero debido a la malaria, sus intentos por conquistar los trópicos fueron frenados; incluso Napoleón se vio perjudicado, cuando fracasó su invasión a Rusia a inicios del siglo XIX, a causa del tifus que afectó a sus tropas.
“Ahora los biólogos evolutivos reconocen que las enfermedades infecciosas, la principal causa de morbilidad y mortalidad humana, han ejercido fuerzas selectivas importantes en nuestros genomas, de modo que algunos microbios han olvidado a sus antepasados salvajes y se han habituado durante generaciones a nuestro organismo”, explica.
CONTACTO CON LA VIDA SILVESTRE
El artículo señala que, en opinión de Nathan D. Wolfe, primatólogo de la Universidad de Harvard y fundador de la Global Viral Forecasting Initiative (GVI), la razón más común por la cual los virus de la fauna silvestre se transmiten a la gente, es que ambos llegan a tener un contacto estrecho con la vida silvestre, a través del comercio de especies salvajes o por la intensificación de la actividad agrícola.
En sus investigaciones, Wolfe ha identificado cinco etapas en la transformación de un agente patógeno de los animales a uno que se especialice en atacar a los humanos:
Primera etapa: El agente vive solamente entre los animales.
Segunda: El agente puede ser transmitido a una persona a partir de un solo animal.
Tercera: El germen se transmite a varios humanos, pero también se puede propagar durante un corto tiempo antes de extinguirse.
Cuarta: En este momento existe la posibilidad de existan brotes más largos entre los humanos.
Quinta: Una vez que esta inicia, el agente se ha convertido en un patógeno exclusivo de los humanos y ya no utiliza un huésped animal.
Es en las dos últimas etapas, donde los patógenos tienen el potencial de causar muertes masivas.
Tampoco existe una progresión inevitable de los microbios de la etapa una a la cinco, pues quedan atrapados en cada una, y los agentes de casi la mitad de las 25 enfermedades importantes que han sido analizadas por la GVFI no han llegado a la última fase.
No obstante, la revista advierte que no hay que alarmarse demasiado, pues aclara que la mayoría de los patógenos de animales no se transmiten a los humanos; ni siquiera pasan de la etapa uno a la dos.
Y la probabilidad de una infección cruzada entre especies disminuye de manera considerable cuando aumenta la distancia filogenética (la relación evolutiva) entre el huésped existente y el nuevo.
“De ello dependen las características de un microbio, tales como su capacidad para generar variabilidad genética, o para superar las barreras moleculares de nuevos huéspedes potenciales.
Esto explica por qué una especie huésped animal puede o no convertirse en una fuente de infección en los humanos”.
E incluso, recuerda que a pesar de que los avances tecnológicos han traído grandes ventajas para la vida humana, con ellas también viene la transmisión de enfermedades.
La trasfusión de sangre, el comercio de carne de animales silvestres, la producción industrial de alimentos, los viajes internacionales, el uso de drogas por vía intravenosa e incluso la contaminación de una vacuna, son algunos de los medios por los que han ocurrido los contagios.
LOS CORONAVIRUS
El trabajo de investigación de Muy Interesante de 2004, subraya que los coronavirus son comunes en todo el mundo; unos cuantos llegan a causar enfermedades respiratorias; otros, males hepáticos y neurológicos, encontrándose incluso casos severos en animales.
Y además de los seres humanos animales como pájaros, gatos, perros, ratones, caballos y hasta ballenas, llegan a presentar algún tipo de variante de coronavirus sin mayor problema.
Retoma que, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), los coronavirus “son virus comunes que la mayoría de las personas contraen en algún momento de sus vidas.
Por lo general causan enfermedades leves a moderadas de las vías respiratorias superiores (…). Generalmente sólo infectan a una especie animal o, como mucho, a un pequeño número de especies estrechamente relacionadas”.
Aunque, como ha ocurrido este año 2020, el coronavirus del síndrome respiratorio agudo grave (SARS) puede infectar a personas y animales.