Sheinbaum presenta presupuesto 2025: completo, balanceado e inclusivo
Morelia, Mich., 19 de octubre.- Si bien es cierto que el presidente Enrique Peña Nieto admitió, en un encuentro con periodistas (“de dentro”) que entre los aspirantes a la Presidencia de la República se encuentran los secretarios de Hacienda, José Antonio Meade; Educación, Aurelio Nuño; Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong y Salud, José Narro, aún no hay nada claro, aunque está prevista la farsa llamada Convención de Delegados del PRI.
Pero como escribía Rius en la década de los 70 en la historieta “Los agachados”, el “tapado”, antes de ser designado puede ser cualquier cristiano, incluso con muchos defectos como “reaccionario, gris, flojo ,pro yanqui, ambicioso, autoritario, tranza, vende patrias”, pero un día después, cuando es “el bueno” o el “mero mero”, el tapado se transforma en “simpático, recto, honrado, decente, probo, trabajador, visionario, estadista, hasta guapo”.
Pero los tiempos han cambiado, no la forma como se designa al candidato del PRI. El dedo vive y la grilla sigue. Sin embargo, ya no es lo mismo, el PRI está por los suelos; el gobierno nomás no levanta; no hay credibilidad…pero es el partido en el poder; es un costal de mañas corregido y aumentado; cuenta y controla a la tradicional oposición, no obstante hay uno al que le teme, por la simple razón que tiene enorme respaldo social.
Por lo pronto, entre el PRI y la complaciente oposición acaparan los reflectores, y el único espacio que se le brinda al dirigente de Morena, Andrés Manuel López Obrador es para golpearlo, con la diferencia que ya no le hace nada la guerra sucia. En los 70 no habían redes sociales, actualmente hay miles, o quizá millones de personas que están en contra del PRI y de sus aliados.
Pero más allá de la lucha que se avecina, sin duda el asunto del tapado se convirtió en una costumbre tragicómica, incluso cuando el priista José López Portillo fue candidato único, de ese tamaño estaba el unipartidismo que el PRI presumía de democrático. En más de 40 años han cambiado las formas pero no el fondo. Simplemente porque la pluralidad es una vacilada, y entre varios grupos que se ostentan como los representantes de todo el país se han repartido el poder. De ahí la crisis política.
Pero el tapado ha sobrevivido durante décadas como un vicio chusco, penoso, autoritario que nos recuerda exactamente el país en que vivimos.