Libros de ayer y hoy
Dice el refranero popular: “en política, lo que parece es”.
Y si López Obrador habla como dictador, si actúa como dictador, la conclusión es que se trata de un dictador.
Y la prueba más reciente de que el mandatario mexicano habla y actúa como todo un dictador la vimos horas antes de la inauguración, en Acapulco, de la Convención Bancaria.
Como saben, el mandatario mexicano “se sacó de la manga” un “madruguete” financiero al adelantar que –horas después– el Banco de México anunciaría un incremento en las tasas de interés, de medio punto porcentual.
El supuesto error –del que luego el presidente intentó una ridícula disculpa–, no es tal ya que, en realidad, va más allá de la violación a la Ley del Banco de México.
¿Por qué?
Porque se trató de un mensaje claro y contundente –a México y al mundo–, de que en nuestro país sólo existe una voz y que el único que manda, dice y opina se llama López Obrador, el dictador mexicano.
En pocas palabras, vivimos en el país de un solo hombre, lo que aquí y en China se llama dictador.
Por eso la arrogancia del secretario de Hacienda y del propio presidente, quienes en medio de un cinismo intolerable en democracia respondieron retadores con la clásica expresión de peleador callejero: “¿Y?”, cuando se les pregunta sobre la violación a la Ley del Banco Central y a la propia Constitución.
Y es que si al presidente no le importa violar la Ley Suprema y la Ley del Banxico; si no le importa al titular de Hacienda y tampoco les importa a la gobernadora y a los subgobernadores del Banco Central, entonces la conclusión es lapidaria.
¿Y cual es esa conclusión?
Que en México no hay un presidente, sino un dictador, a pesar de que muchos se niegan a verlo y a creerlo; a pesar de López habla, piensa y actúa como todo un dictador.
A pesar de que desde Palacio se violenta la Constitución al ignorar la División de Poderes; a pesar de que el presidente capturó no sólo al Banco de México, sino a la Suprema Corte y, sobre todo, al Poder Legislativo.
Otra prueba de que ya no existe División de Poderes en México la vimos también en días pasados cuando, desde Palacio, se mandó la orden a los diputados de Morena para llevar a cabo una vergonzosa alianza amistosa con Rusia, en medio de la ilegal invasión a Ucrania.
Resulta que en San Lázaro se creó el grupo de diputados “mexicanos amigos de Rusia”, en la que participaron todos los legisladores de Morena y el decano, el priísta Augusto Gómez Villanueva.
El ridículo espectáculo se produjo cuando el embajador ruso, Viktor Koronelli acudió a San Lázaro para recibir el respaldo del partido mayoritario en el Congreso mexicano –todos los diputados de Morena y sus aliados–, en un acto ordenado y preparado desde Palacio y que fue repudiado por muchos conocedores de la política internacional.
Y es que por orden del presidente mexicano, la Cámara de Diputados externó su respaldo a la invasión rusa en Ucrania, lo que desató una inusual respuesta del embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, quien también ante diputados mexicanos dijo que una democracia, como la mexicana, no puede respaldar a una tiranía que invade a sus vecinos.
Pero no fue todo.
En otra declaración de estricto corte dictatorial, López Obrador ordenó a los diputados de Morena y a sus aliados votar lo más pronto posible la Reforma Eléctrica y hasta los instruyó “a no moverle una coma”, lo que significa no sólo una regresión autoritaria sino el inicio de una guerra comercial con los socios mexicanos del T-MEC.
También en este caso debió intervenir el embajador Ken Salazar, quien pidió a los legisladores mexicanos que al aprobar la Reforma Eléctrica debían respetar los contratos firmados con empresas extranjeras ya que, sin confianza, no habrá inversión externa en México.
Pero tampoco terminaron ahí las muestras de que López es un dictador, más que el presidente de los mexicanos.
Resulta que de manera simultánea a la terquedad presidencial por empujar su regresiva Reforma Eléctrica, la Ministra de la Suprema Corte, Loretta Ortiz, también urgió a los diputados federales a aprobar dicha reforma, lo que confirma que el presidente obrador tiene en un puño al Máximo Tribunal Constitucional.
Peor aún, ante la intolerable intromisión de la Ministra Loretta Ortiz, diputados del PRI, PAN y PRD le pidieron al presidente de la Suprema Corte, Arturo Zaldívar, que la Ministra citada se excuse de participar en todo lo relacionado con la industria eléctrica, ya que incurre en un conflicto de interés.
Pero la joya de la corona de las pulsiones dictatoriales de López Obrador la vimos cuando el propio presidente encabezó una campaña de calumnias y difamaciones contra un grupo de “famosos” que, a su vez, habían difundido una campaña contra el Tren Maya.
Los “famosos” elaboraron y difundieron un video en el que expresan su rechazo al ecocidio que significa la construcción “del trenecito” del presidente y llaman a la defensa de la selva, del agua y de la tierra.
Y como saben, López Obrador llamó corruptos, conservadores y vendidos a los “famosos”, a pesar de que se trata de una manifestación no sólo legítima, sino legal y auténtica, sin ningún otro motor que el de preservar los recursos naturales.
Quedó claro, de nueva cuenta, que para el dictador López Obrador es traidor a su causa todo aquel que piense distinto, con cabeza propia y que se atreva a disentir de la opinión de López o contradecir “al amado líder”.
Al tiempo.