Lo que se vio en la marcha que no se vio
Alguna vez comenté en este espacio, que cuando un acto de corrupción o impunidad es evidenciado, indigna una y otra vez a todos los mexicanos, sin embargo, apenas cuando medianamente nos reponemos del enojo, un nuevo escándalo sale a la luz pública pero resulta aún peor, más delicado y de proporciones que rebasan por mucho nuestra capacidad de asombro.
Así, después de más de un año de que Emilio Lozoya dejara su cargo en Petróleos Mexicanos, parece que ahora se puede empezar a explicar su intempestiva salida del escenario no solo de la paraestatal, también de la vida pública y política.
Han sido tres exdirectivos de una de las más grandes constructoras en América Latina, ODEBRECHT, los que han declarado ante la justicia brasileña que entre 2012 y 2016, el distinguido señor Lozoya recibió “sobornos” por una cantidad de 10 millones de dólares, todo, para ayudar a esa compañía extranjera en la obtención de contratos multimillonarios.
La entrega de dinero, dicen, empezó a ocurrir en abril del 2012 cuando Lozoya era el responsable del área internacional de la campaña presidencial de Peña Nieto, porque veían a éste como el potencial ganador y a Lozoya como a un hombre “consolidado” en su cercanía con el entonces candidato.
Uno de los exdirectivos de aquella empresa brasileña, Luis Alberto de Meneses, declaró que Lozoya les dio el nombre de una empresa ubicada en Las Islas Vírgenes Británicas para que ahí depositaran el dinero de los sobornos; además, abundó en su testimonio, que cuando Lozoya ya era Director de Pemex, ODEBRECHT, obtuvo un contrato para remodelar una refinería mexicana.
Con relación a ODEBRECHT, se han desatado escándalos de corrupción en los gobiernos de Colombia, Ecuador, Perú y Brasil, que están haciendo temblar a los propios Presidentes y exservidores públicos de esos países, siendo muy importante destacar los casos de estos dos últimos, donde ya han iniciado procesos penales en contra de prominentes personajes.
En todos esos países hay investigaciones, más encarcelados, registros domiciliarios de los implicados, revisión de cuentas bancarias, de transacciones internacionales de dinero, de asignación de contratos, de sobornos, persecuciones judiciales, etcétera, por delitos relacionados con esa empresa OBEDRECHT.
Pero aquí, en México, la Procuraduría General de la República reservó por cinco años la información correspondiente al caso en cuestión, muy al principio cuando se hizo publico hace unos meses; ahora que se dan a conocer avances en las investigaciones en Brasil y los testimonios de sobornos entregados a Lozoya, la misma institución que procura justicia en la Nación, ha “explicado” que en el caso OBEDRECHT, no hay avances debido a que el gobierno brasileño no quiere o no puede entregar la información necesaria y que además no hay fecha para que ello ocurra.
En conclusión: calma, no ha pasado nada todavía, no se ha probado nada en contra de nadie; todas son sospechas, suposiciones o como dice EPN, “estridencias” de los que siempre están inconformes. Emilio Lozoya por su parte, amenaza con demandar a propios y extraños los que según él, han manchado su impecable y no manchada trayectoria.
¿Y el Sistema Nacional Anticorrupción? Observando inactivo, sin Fiscal, el nuevo episodio de la tragicomedia mexicana de corrupción e impunidad.
Las preguntas de la semana: ¿En México las autoridades reciben dinero de las empresas nacionales o extranjeras para beneficiarse? ¿Existió “inyección” de dinero extranjero para realizar la campaña de Peña Nieto? ¿La corrupción impera en este país en las altas, medianas y bajas esferas gubernamentales? ¿La impunidad de los funcionarios de primer nivel continuará floreciendo, mientras el pueblo siga callado? Usted amigo lector, conoce perfectamente las respuestas.