Teléfono rojo/José Ureña
La reunión del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, con los militares tiene múltiples lecturas. Y, también, igual número de interrogantes sin respuesta.
La primera pregunta es por qué permitió que el actual titular de las fuerzas armadas organizara el evento, con un estilo que no corresponde al cambio que fue a anunciar. Baste citar que había un número mínimo de familias de militares invitadas, con la “jerarquía” de sus maridos.
Es decir, estaban las familias de quienes recibieron el anuncio de que van a ganar menos.
Y aquí hubo otro mensaje fragmentado, difícil de asimilar entre quienes están acostumbrados a mensajes directos.
Porque no se supo quiénes serán, los de arriba, los que van a ganar menos. ¿Jefes militares, coroneles por ejemplo, o solamente los generales del alto mando? ¿Qué va a pasar con los pagos extraordinarios para quienes están en los operativos?
El mensaje de tener, a su lado, en el templete al general Cienfuegos, que no tiene el afecto de la tropa precisamente, y al almirante Soberón, así como a sus sucesores es otro que confunde. Porque les “avisa” que habrá continuidad de políticas internas que los tienen muy enojados, como el haber eliminado los ascensos al grado superior para efectos de retiro, o la falta de medicinas en hospitales militares.
¿Dónde está el cambio que fue a anunciar López Obrador si se rodeó del pasado?
En el templete había un tercer general, tres estrellas, divisionario, que ninguno entendió qué hacía ahí. Como tampoco quedaron establecidas las razones de la presencia de Claudia Sheiumban en el templete. Se entiende que estuviesen Durazo y Olga Sánchez Cordero pero qué tiene qué ver con los militares la próxima jefa de gobierno de la Ciudad…
¿Por qué había otro general? ¿Qué mando va a tener? ¿Quién es?
Luego vinieron muchos temas del “mensaje”. Porque la estructura piramidal de mando dentro de las fuerzas armadas termina, ha terminado desde hace más de un siglo, en la figura del comandante supremo de las fuerzas armadas. A quien, sin importar simpatías personales o preferencias partidarias, le guardan extrema lealtad. Es el jefe, punto. Y a esos “jefes” fue a fustigar López Obrador.
Surge el cuestionamiento: ¿Lo habrán entendido? ¿Habrán asimilado lo que quiso decirles al hablar de posiciones relativas a la Economía, sabrán qué es el neoliberalismo? A eso agréguese el sol, que estaban ahí desde temprano.
Y súmese que López Obrador no les anunció un aumento en sus haberes. Que hubiese sido lo más importante, porque en el sexenio pasado solamente hubo un aumento, este año, al final del sexenio, de mil pesos mensuales.
No les habló de los hospitales, de las viviendas, del retiro, de las grandes ausencias de sus casas, obligadas por el combate al crimen organizado, de su realidad agobiante.
Reunión antes de tomar posesión, es decir de convertirse en el comandante supremo de las fuerzas armadas, con la asistencia tan solo de 102 generales. Que no son ni el 15% de los generales que tenemos… Que no mereció un boletín oficial de la Sedena…
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