Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
Mi general (Salvador Alvarado)
Nadie con más merecimientos que él para que el gobierno de Yucatán conmemorara recientemente el centenario de su gobierno con la medalla de honor “Salvador Alvarado”. Y nadie mejor que el entonces presidente de Cuba, Raúl Castro, fuese el primer recipendiario de dicha presea durante la visita de estado realizada en noviembre de 2016..
Nació el 16 de septiembre de 1880 y fue sinaloense de nacimiento, sonorense por adopción y yucateco por su obra. Sus padres fueron Timoteo Alvarado y Antonia Rubio, con quienes se trasladó al poblado de Pótam, Sonora a los 8 años de edad. Fue empleado de una botica en Guaymas y más adelante funda la suya propia en Cananea y también se desempeña como comerciante; ahí se adhiere al Partido Liberal Mexicano, simpatizó con la Huelga de Cananeay, contrario a la séptima reelección de Porfirio Díaz, Alvarado apoyó el movimiento antirreeleccionista, convirtiéndose en propagador clandestino de las ideas de Ricardo Flores Magón, es de los primeros en tomar las armas a favor de Francisco I. Madero: participó en el frustrado asalto al cuartel de Hermosillo en 1910; algunos de cuyos involucrados fueron fusilados, mientras otros, entre ellos Alvarado, escaparon rumbo a Arizona.1 En 1911, bajo las órdenes de Juan G. Cabral, alcanzó los grados de Mayor y de Teniente Coronel. Alvarado combatió la defección de Pascual Orozco y llegó a ser Jefe de un Cuerpo Auxiliar Federal. A raíz de los sucesos de febrero de 1913, desconoce a Victoriano Huerta y se suma a la lucha constitucionalista. Venustiano Carranza lo ascendió a Coronel y lo nombró Jefe de la zona central de Sonora; ya como General se convirtió en uno de los miembros más prominentes del constitucionalismo sonorense, aunque con independencia política respecto a Álvaro Obregón.
Pertenece al grupo Sonora, pero, culto e ilustrado, nunca se le confunde con Los Bárbaros del Norte. Al triunfo de los constitucionalistas Carranza lo comisiona para la reorganización de sus fuerzas en Puebla y Tlaxcala. Luego lo envía a recuperar la plaza de Yucatán donde el villista Abel Ortíz Argumedo se rebela y depone al gobernador carrancista Toribio de los Santos. Alvarado derrota a los sublevados en Blanca Flor, localidad de Campeche y entra triunfante en Mérida el 19 de marzo de 1915.
El Primer Jefe lo nombra gobernador y comandante militar de Yucatán donde confisca los ingresos por la producción de henequén, cuyo precio acababa de subir con motivo de la I Guerra. Tales recursos son fundamentales para que las fuerzas de Carranza se impongan sobre Villa y Zapata.
Es el azote de los latifundistas henequeneros que heredaron los intereses (y los métodos esclavistas) de Olegario Molina, ya para entonces exiliado en La Habana. Expide una ley agraria de avanzada, convencido de que los revolucionarios “pedimos tierra y libros, queremos independencia económica; no queremos riqueza acumulada en pocas manos; que los señores propietarios reasignen algo para aliviar las necesidades de la mayoría.. .”Adelantándose a los tiempos, mucho antes de iniciarse las discusiones para la Constitución de 1917, promulga nuevas leyes en materia laboral; establece la libertad de trabajo y de asociación; regula las contrataciones y las jornadas laborales; fija las jornadas, según cada actividad, pero que en ningún caso rebasen las 48 horas semanales con mínimos de hora y media de descanso.
Deja muy claro que el salario debe ser “remunerador, que no se trata de un salario para sostener igual la situación del trabajador, sino del que éste necesite para colocarlo en condición mejor de la que hasta ahora ha vivido.. .”
Sus reformas disponen condiciones de trabajo más benignas para mujeres y niños; norma la higiene y la seguridad en el trabajo, la huelga como último recurso del trabajador para su defensa. Crea Consejos de Conciliación y Arbitraje para la atención de los conflictos.
Legisla sobre relaciones familiares incluyendo el divorcio absoluto; libera a los mayas de su servidumbre; anula sus deudas con las haciendas; suprime los prostíbulos; impone control sanitario a las prostitutas; prohíbe las corridas de toros, las peleas de gallos, los garitos, las rifas y las loterías.
Establece el municipio libre; moderniza la educación normal, aumenta el presupuesto educativo, nombra a más de dos mil maestros y funda más de mil escuelas rurales, cientos de bibliotecas para adultos y la Escuela Vocacional de Artes Domésticas.
Otorga el voto a la mujer y establece –en los hechos– un estado socialista. Reorganiza y moraliza la administración pública; la libera de sectarismos, implanta horarios fijos, reduce la burocracia y aumenta el sueldo a los mejores empleados públicos.
Se adelanta con mucho a lo que luego dispondría la Constitución de 1917.
Concluido su mandato se adhiere al Plan de Agua Prieta y el presidente provisional Adolfo de la Huerta lo nombra ministro de Hacienda. En 1923 secunda la rebelión de Adolfo de la Huerta; se exilia primero en Nueva York y luego en Guatemala; al regresar a México es emboscado, aprehendido y fusilado en 1924. Tenía 44 años.
La medalla “Salvador Alvarado” cumple con un doble homenaje. Honra la memoria de mi general, quien estableció en México el primer estado socialista; y se entrega a Raúl Castro Ruz, quien en 1959, con su hermano Fidel, establece en Cuba el primer régimen socialista del hemisferio.
Después de mi general llega al gobierno de Yucatán otro socialista que da continuidad a la obra vanguardista de Alvarado: Felipe Carrillo Puerto, pero ésa (como diría la Nana Goya) ésa es otra historia.